La piel es mucho más que una barrera: es un órgano vivo, sensible y profundamente expresivo.
En ocasiones, se manifiesta con sutileza; otras veces, recurre a señales visibles que nos invitan a prestarle atención.
Las ronchas son una de esas formas en las que la piel se comunica con nosotros: una respuesta que, lejos de ser solo estética, nos habla de desequilibrios internos o estímulos externos a los que merece la pena prestarles atención.
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