El agua es el origen de la vida. No es solo un recurso, sino un lenguaje, un puente invisible entre la naturaleza y nuestro cuerpo. Por ello, a lo largo de la historia, diversas civilizaciones han reconocido su poder para sanar, renovar y transformar.
Este marzo, cuando el agua cobra un significado especial, es un buen momento para reflexionar sobre su importancia, no solo en la naturaleza, sino en nuestra propia esencia. Más allá de darnos vida, posee un potencial extraordinario: puede almacenar información, transmitir energía y regenerar lo que la rodea.
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