El invierno avanza y nos envuelve en un tiempo de pausa. La oscuridad exterior no es una ausencia, sino un espacio de regeneración para la naturaleza y para nosotros. Los árboles concentran su energía en las raíces, los animales buscan refugio, y nosotros también estamos llamados a mirar hacia dentro, a conectar con la fuerza que habita en nuestro interior.
El impulso de nuestra fuerza interior
Y es en esta quietud que el alma encuentra el espacio para manifestarse. Enero es una invitación a abrazar nuestras sombras, a reconocer lo que nos pesa y transformarlo en fuerza. No se trata de huir de la oscuridad, sino de integrarla como una parte natural de la vida, entendiendo que en ella se gesta el cambio.
Como la semilla que trabaja en silencio bajo la tierra, fortalecemos nuestras raíces para florecer con el tiempo. Desde la calidez del corazón podemos despertar los sentidos para captar lo profundo, lo invisible, aquello que realmente importa. Es desde esa conexión donde surge la claridad para reconstruirnos y caminar hacia lo esencial.
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