El invierno nos envuelve con su calma y sus noches largas, como si la misma naturaleza nos susurrara que es tiempo de detenernos. Es tiempo de mirar hacia dentro, de escuchar el silencio y sentir la luz que llevamos en nuestro interior. Esa luz que no se apaga, que nos guía incluso en los momentos más oscuros y nos recuerda que somos parte de algo más grande.
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